Dispuesto a esperar.
EL PODER DE LA PACIENCIA
por Charles F. Stanley
En medio de la rutina y en los momentos difíciles,
al final del sufrimiento o del cumplimiento de nuestros sueños— la vida no nos
da otra alternativa, sino esperar. Sin embargo, la paciencia se está
convirtiendo en una cualidad poco común en el mundo actual. ¿Cuántas veces nos
quejamos cuando algo no sucede en el momento que tenemos en mente, o cuando
algún obstáculo imprevisto nos impide avanzar?
Para quienes invocamos el nombre de Jesucristo, la paciencia es una virtud que debemos cultivar. No se nace con ella —¡basta con ver a un bebé recién nacido! Por el contrario, la paciencia es el fruto espiritual que se desarrolla con el tiempo (Gá 5.22, 23). Sin ella, nunca llegaremos a ser las personas que Dios desea que seamos, ni lograremos lo que Él tiene dispuesto que hagamos.
Para quienes invocamos el nombre de Jesucristo, la paciencia es una virtud que debemos cultivar. No se nace con ella —¡basta con ver a un bebé recién nacido! Por el contrario, la paciencia es el fruto espiritual que se desarrolla con el tiempo (Gá 5.22, 23). Sin ella, nunca llegaremos a ser las personas que Dios desea que seamos, ni lograremos lo que Él tiene dispuesto que hagamos.
LA PACIENCIA ES ESENCIAL PARA
TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA.
Demoras. Dios quiere que respondamos con
calmada aceptación a los períodos de espera, confiando en su soberanía sobre
cada situación. A pesar de que la demora puede parecer molesta y sin sentido,
el Señor utiliza estos tiempos para ayudarnos a madurar. Una de las primeras
lecciones que aprende un niño es cómo esperar. Nuestras demostraciones de
irritación y enojo son, en realidad, versiones adultas de las rabietas
infantiles. Cada vez que sienta que está guardando enojo en su corazón,
recuerde que esta es una oportunidad para elegir una respuesta madura en vez de
actuar como un niño.
Deseos. La capacidad de aplazar la satisfacción es un
aspecto importante de la paciencia. El Señor quiere que sigamos los principios
bíblicos para la vida, y que armonicemos nuestros deseos con los de Él. La
próxima vez que usted sienta la tentación de buscar la satisfacción inmediata,
deténgase y pregúntele al Señor qué quiere Él para usted. Luego espere hasta
que le dé una dirección clara.
Relaciones. Longanimidad es una de las palabras que utiliza la
Biblia para referirse a la paciencia, y a veces eso es exactamente lo que
necesitamos cuando lidiamos con algunas personas. Nos gustaría encontrar un
versículo que nos exima de tener que aguantar a gente difícil, pero no hay
ninguno. Sin embargo, hay una excelente descripción del amor en 1 Corintios
13.4-7 (NVI), y comienza así: “El amor es paciente”. Una parte integral del
amor es mostrar paciencia para con los demás. Cada vez que usted sienta la
tentación de responder con irritación o enojo, recuerde las veces que el Señor
ha sido amorosamente paciente con usted.
Adversidades. La mayoría de nuestros períodos de espera son
triviales, pero a veces se presentan en situaciones de enorme importancia.
¿Cómo reacciona usted cuando su problema de salud no mejora, cuando una
relación sigue tensa, y cuando sigue sin empleo? Una señal de madurez
espiritual es la capacidad de mantener la calma bajo estrés, adversidades o
sufrimiento. Esto no significa necesariamente que nos sentimos menos
presionados, sino que en medio de la dificultad sabemos que Dios está obrando
para nuestro bien, ensanchando nuestra fe y moldeándonos a imagen de su Hijo.
No es resignación fatalista, sino la fe firme en el buen propósito del Señor al
permitir la prueba.
Oración. Dios rara vez obra de acuerdo con nuestra agenda.
En nuestra desesperación, podemos ponerle plazos, y si Él no cumple en el
momento en que esperamos que lo haga, tomamos el asunto en nuestras propias
manos. Me pregunto cuántas veces nos perdemos las bendiciones de Dios porque
nos negamos a esperar en Él. Cada vez que Dios se demora, recuerde que Él es
siempre fiel y que nos dará lo que necesitemos de la mejor manera posible y en
el momento perfecto.
¿CÓMO ES LA PACIENCIA?
Tal vez
la manera más fácil de entender la paciencia, es verla demostrada en la vida de
alguien. David era un hombre que aprendió a esperar. Cuando era apenas un
adolescente, Dios lo escogió para ser el futuro rey de Israel (1 S 16.13). Pero
cuando el rey Saúl tuvo celos y trató de matarlo (1 S 19.9, 10), David se vio
obligado a vivir como un fugitivo, huyendo para salvar su vida. Aunque el Señor
le había prometido el reino, pasó muchos años escondido en el desierto.
Durante ese tiempo, David tuvo dos oportunidades
para tomar el asunto en sus propias manos. Saúl y su ejército siguieron una
pista que ubicó a David en la región de En-gadi. En cierto momento, Saúl eligió
una cueva como lugar para hacer sus necesidades, sin darse cuenta de que David
y sus hombres estaban escondidos en la misma. Esta parecía ser la ocasión
perfecta para que David asesinara a Saúl y se apoderara del reino. De hecho,
sus hombres pensaron que esa era la manera como el Señor finalmente le daría el
trono a David. Pero David se acercó sigilosamente a Saúl, y simplemente le
cortó el borde su manto; después dijo a sus hombres que no podía matar al rey
ungido del Señor. Cuando Saúl finalmente salió de la cueva, David lo llamó a
gritos, y utilizó el pedazo de su manto como evidencia para demostrar que
seguía siendo leal a él (1 S 24.1-22).
La segunda ocasión está registrada en 1 Samuel 26.1-25.
Esta vez, David y uno de sus hombres entraron en el campamento de Saúl,
mientras éste y su ejército dormían. Una vez más, parecía que Dios le había
entregado a David su enemigo, pero de nuevo el joven se negó a quitarle la vida
a Saúl. En vez de eso, tomó la lanza del rey y la vasija de agua. Después de
salir del campamento, David dio voces al comandante del ejército de Saúl, le
mostró los dos objetos que había tomado, y lo reprendió por no dar la debida
protección al rey.
David esperó pacientemente en el Señor durante años
de trato injusto, exilio y desasosiego. ¿Qué cualidades le permitieron
responder con tanta paciencia?
LA FE. David sabía que el Señor le daría el trono, aun
cuando no veía ninguna evidencia. Si Dios nos diera de inmediato todo lo que
promete, no habría razón para andar por fe. Cuando el tiempo de Dios no
coincide con nuestras expectativas, tenemos dos opciones: tomar la iniciativa o
esperar en Él. David eligió confiar en el tiempo del Señor en vez del suyo, sin
importar las consecuencias. Es posible que no haya entendido por qué tenía que
esperar, pero sabía que Dios cumpliría su promesa a su debido tiempo.
La sensibilidad. El Señor siempre es fiel para corregirnos cuando
nos adelantamos a su voluntad, pero la pregunta es: ¿Estamos prestando
atención? Cuanto más cerca andemos del Señor, más podremos escuchar su voz e ir
de la mano con Él.
La sabiduría. Cuando se les presentó la vía para cambiar de
estilo de vida, los hombres de David la vieron como una puerta abierta de parte
del Señor. Pero David miraba, más allá de la circunstancias, lo que había en el
corazón de Dios. Podía percibir que el consejo de sus hombres no armonizaba con
la voluntad del Señor. ¿Cómo podía él, egoístamente, quitarle la vida a
alguien, para favorecer la suya? Cuando miramos las situaciones desde una
perspectiva bíblica, la sabiduría guarda nuestro camino y nos protege de
decisiones insensatas.
La obediencia. David estaba resuelto a obedecer los mandatos del
Señor, aunque eso significara seguir siendo un fugitivo, pues matar al ungido
rey de Israel sería pecado. El camino de la obediencia no siempre es fácil. En
realidad, puede ser bastante costoso. Decir sí a Dios puede implicar decirle no
a lo que uno quiere.
El valor. Esperar el tiempo del Señor exige valor,
especialmente cuando eso afecta a quienes están cerca de nosotros. Cuando David
decidió esperar en el Señor, sus hombres tuvieron que sufrir las consecuencias
junto con él. Esto significaba que tendrían que seguir huyendo y escondiéndose
de Saúl. Pero en vez de escoger una solución rápida, David tuvo la fuerza y el
valor para salir en defensa de la voluntad de Dios, y con ello preservó a sus
hombres de cometer un error trágico.
La perseverancia. David estuvo dispuesto a soportar la persecución
durante el tiempo que el Señor considerara necesario. Sabiendo que Dios estaba
en control de la duración y la intensidad de su aflicción, y que estaba obrando
de acuerdo con su buen propósito, el futuro rey decidió permanecer en una
situación difícil en vez de elegir el camino fácil. Tomar atajos para escapar
de las dificultades o los sufrimientos prolongados nunca es la respuesta a
nuestros problemas. La única manera de recibir todos los beneficios que Dios
tiene para nosotros, es confiar en Él y esperar pacientemente que actúe a
nuestro favor.
La longanimidad. Tal vez el ejemplo más sorprendente de la
paciencia, fue la nobleza que tuvo David para con Saúl, quien lo estaba
maltratando. No tomó venganza, sino que lo trató con amor y respeto. Quizás
usted tiene un “Saúl” en su vida que le está causando dificultades. Pídale al
Señor que le dé un espíritu de longanimidad como el de David, para que pueda
ver el valor de esa persona y tratarla con dignidad.
Son numerosos los beneficios que usted obtiene
cuando desarrolla la paciencia. Enriquece sus relaciones, transforma su
carácter, trae paz y alegría, y le equipa para servir eficazmente a Cristo.
Preguntas de estudio
Lea Colosenses 3.12-17.
Aunque la paciencia es solo una de las muchas
virtudes del corazón, todos las demás están íntimamente relacionadas con ella.
Para entender mejor lo que es la paciencia, complete la siguiente frase con los
demás atributos que están mencionados en los versículos 12-14. La paciencia es
ejemplificada por ______________.
¿Qué cualidades del corazón, actitudes, modos de
pensar y actividades son enumeradas en los versículos 15-17? Si ellas se
convierten en parte de su vida, ¿cómo cree usted que podrían contribuir al
desarrollo de su paciencia? ¿Cómo cambiaría su manera de responder a las
situaciones y a las personas?
¿Conoce usted a Dios? A pesar de nuestra necesidad de
paciencia, nunca debemos demorarnos en lo referente a nuestra salvación eterna.
La Biblia dice que el Señor “es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 P 3.9). Él ha esperado mucho tiempo por usted. ¿Quisiera
aceptar el pago que hizo Cristo por sus pecados, y recibir ahora mismo vida
eterna? Puede utilizar la siguiente oración:
Señor Jesús, creo que Tú eres verdaderamente el
Hijo de Dios. Confieso que he pecado contra ti en pensamiento, palabra y obra.
Te ruego que perdones todos mis pecados, y que me permitas vivir en una
relación contigo a partir de este momento. Te recibo como mi Salvador personal,
aceptando la obra que realizaste de una vez por todas en la cruz. Gracias por
salvarme. Ayúdame a tener una vida que sea agradable a ti. Amén.
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